
Ginevra en Afganistan el 8 de marzo de 2002
Carolina Vilches Monzón
Fotos: Italo Bertolasi y Carolina Vilches
Ginevra
Gin-Gin sintió miedo frente a la presencia de militares que las miraban desconfiados y amenazantes. Ellas, las clowns, solo contaban con globos, juegos y risas, y los utilizaron. Cuando al cabo de 10 minutos vio aparecer una sonrisa en el rostro de aquellos hombres, pensó: “-Cualquier cosa es posible”.
Ginevra Sanguigno (Gin-Gin) comenzó en el teatro a los 20 años, y a pesar de sentir que su lado simpático era más fuerte que el dramático, decidió trabajar este último en los primeros lustros de su vida laboral. Un poco por necesidades económicas y otro por la nostalgia de esa faceta apartada, aceptó la sugerencia de un amigo clown y comenzó a hacer espectáculos en la calle y actividades infantiles. Casualmente escuchó una conferencia del médico norteamericano Patch Adams, defensor de la medicina alternativa, donde hablaba de las maneras de curar el dolor con la sonrisa. Se dio cuenta en ese momento de que eso era justo lo que ella estaba buscando: utilizar su corazón, su cuerpo, su alegría para contactar con el mundo de una manera diferente y le propuso participar en una misión humanitaria con él.
En 1997 reunió el dinero necesario y se le unió en Rusia, conoció más sobre su forma de trabajo y su método, hasta que en el 2000 fundó su propio grupo, “Clown One Italia onlus” (www.clowns.it) Desde entonces dedica su vida a aliviar el dolor de los demás con la alegría. Trabaja en Italia y en cualquier parte del mundo donde haya personas que sufran, no importa edad, sexo o color. Así ha viajado con sus compañeros por Bosnia, Palestina, Nepal, etc., y fue en Afganistán, el 8 de marzo de 2002, cuando organizaban la celebración del día internacional de la mujer por primera vez en ese lugar, donde tuvieron que vencer los prejuicios de los militares con la sonrisa, y lo lograron.
En el 2005, su amiga María Ficara le habla de Roxana Pineda y de su interés de que ella formara parte de las actrices invitadas a la primera edición del evento Magdalena sin fronteras, pero en esa ocasión le fue imposible aceptar por razones de trabajo, así que posterga su visita y finalmente forma parte de las participantes de la segunda edición, en enero del 2008.
Roxana
Roxana Pineda se graduó de Dramaturgia y teatrología en 1985, y se quedó en el Instituto Superior de Arte de Cuba a trabajar como docente. Es allí donde comienza a actuar, y le tomó el gusto de tal manera que se propuso crear, junto con su compañero de trabajo y de vida, Joel Sáez, su propio grupo, buscando la apertura a nuevas tendencias y la consagración a la preparación de los actores.
A pesar de ser habanera “del corazón del Vedado”, deciden establecerse en Santa Clara para alejarse de la influencia de la capital. Es así que en 1989 fundan el Estudio Teatral y a partir de ese momento se dedica por entero a su trabajo como actriz, investigadora, profesora y crítica.
Crea en febrero de 2003 el Centro de Investigaciones Teatrales Odiseo (CITO), desde donde promueve el intercambio con creadores de la escena de todo el orbe, convocando diversos temas de debate. Cuando conoce la realización del Magdalena Project -evento fundado en Gales, 1986, por Jill Grrenhalgh, y multiplicado muchas veces por las mujeres del teatro mundial- decide convocar en Santa Clara una nueva edición que denomina “Magdalena sin Fronteras”, y logró reunir en su sede, en enero de 2005, a mujeres del teatro de más de 9 países.
Aquí conoce personalmente a María Ficara, del grupo italiano “Teatro Prosquenio”, y a través de ella, la labor de Ginevra Sanguigno. En la segunda edición del “Magdalena” concibe para ella un programa como parte del evento y la invita a participar, invitación que Ginevra acepta.
Magdalena
“Los niños son muy amados aquí en Cuba” opina Ginevra. El trabajo en el internado “Marta Abreu” le pareció una experiencia muy buena. “-Ellos me escucharon, se compenetraron bien conmigo, además tuve la ayuda de Blanca, Margot, Wilfredo y Yunior, que me brindaron un apoyo muy necesario porque son cubanos, y nuestra presencia estuvo bastante equilibrada.”
El taller significó un momento muy especial para los infantes, de fantasía, libertad y expresión. Esa semana fueron lo que soñaban ser, lástima que haya sido tan poco tiempo. “Pero nos fue muy bien juntos, vi a los niños muy relajados, nos reímos mucho, y lo más importante es que yo no fui para ellos una autoridad, era como un niño grande, y eso es bueno porque así se forman una visión diferente de un adulto”. En esos días dibujaron y prepararon un espectáculo, pero la actuación en sí no fue lo importante, lo principal fue el proceso de trabajo, durante el que pasaron buenos momentos. “Estoy segura de que ellos lo van a recordar siempre, y si ese es un buen recuerdo, va a hacer su vida mejor.”
Roxana califica el trabajo de Ginevra de interesante y conmovedor. No solo el que realizó en el taller, también refiere su visita al Hospital Pediátrico José Luis Miranda, donde fue de cama en cama a conocer niños ingresados con dolencias graves, y saltó, bailó y jugó con ellos y sus padres hasta arrancarles más que sonrisas, carcajadas. Cansada pero satisfecha por los resultados del evento, la Pineda destaca su importancia para el teatro cubano, ya que se crea por unos valiosos días un espacio de encuentros y diálogo único en el país. Ni qué hablar de la posibilidad de ver en escena a grupos y artistas de renombre internacional, lo cual contribuye a crear una referencia en las jóvenes generaciones de actores que ven distintas tendencias y respiran otras culturas. Los participantes se llenan de energía y espiritualidad, se llevan un buen impulso para hacer algo concreto.
Solo nos queda desear que la experiencia vuelva a repetirse, como está previsto, en enero de 2011, y que nos visiten nuevamente personalidades del teatro internacional y nacional. Por su parte, Ginevra asegura que con mucho gusto vendría otra vez.