Por Yandrey Lay Fabregat
Infografía: Carolina Vilches Monzón
El año pasado tres ciclones afectaron el territorio nacional. Dejaron pérdidas del orden de los diez mil millones de dólares, una gran parte en afectaciones a la vivienda. En la actual temporada se prevé que los eventos atmosféricos lleguen con menos frecuencia. Sin embargo, la sabiduría popular reza: «Hombre precavido vale por dos». Traemos hoy una entrevista con el Dr. Cs. Andrés Olivera Raner, profesor universitario, que ha estudiado las posibles vulnerabilidades en la vivienda. Además, explicará algunas maneras para disminuir los daños en el fondo habitacional.
—¿Qué se entiende por vulnerabilidad?
—Se relaciona con la posibilidad de que un objeto, entidad o personas pueda recibir algún tipo de afectación ante una amenaza a su integridad. Nosotros la definimos por una ecuación: Daños=Vulnerabilidad x Amenaza. A más debilidades, mayor daño, y viceversa. No se puede eliminar un ciclón, pero sí podemos disminuir las vulnerabilidades y minimizar los daños.

Se recomienda hermetizar la vivienda, cerrar todas las puertas y ventanas. El viento al soplar sobre la vivienda trata de tumbarla. Después que pasa por encima de ella hace una fuerza de succión que puede levantar el tejado. Cualquier racha de viento que se introduzca en la casa podría perjudicar la fortaleza de esta.
—¿Cuáles son los principales problemas en los centros urbanos?
— No existe un criterio absoluto. Depende del diseño, las tecnologías, los materiales y la manera en que se ejecutan las viviendas. También las modificaciones y la conservación del inmueble. Además, intervienen los factores propios del lugar: árboles, tendido eléctrico, etc. Si el diseñador no toma en cuenta esos aspectos, la afectación será mayor.
«En Cuba hay más de 200 ciudades, entre medianas y grandes, que se ubican cerca de la costa. Las construyeron ahí porque necesitaban el mar y los ríos como vías de comunicación. Pero están en peligro ante cualquier evento meteorológico. No hay otro remedio para ellas que el de vivir pendientes de los desastres y tratar de minimizarlos».
Fernando Ortiz, en un volumen titulado El Huracán, explicó cómo los frecuentes ciclones han moldeado la cultura arquitectónica nacional. Fruto de esas experiencias surgieron los bohíos, los varaentierras, los bajareques. También Alejo Carpentier se refirió a este tema en El Siglo de las Luces. Ambos ejemplos hablan de una sabiduría profunda, enraizada en los siglos y la práctica diaria.
— ¿Cuáles son las estructuras más afectadas por los ciclones?
—Nosotros estuvimos de recorrido por Pinar del Río antes y después del paso de los huracanes. El viento no se llevó las edificaciones con techo de guano. Hablo de los bohíos, no de los varaentierras. También resistieron las casas de placa. Sin embargo arrasó con la teja y el fibrocemento.
«En cada una de las afectaciones había defectos comunes: techos mal colocados, viviendas que no se aseguraron de manera correcta. Los eventos meteorológicos tienen un coste directo porque destruyen el fondo habitacional. Al mismo tiempo afectan de manera indirecta: interrumpen el servicio eléctrico, tenemos que evacuar a las personas, etc».
—A veces las ciudades presentan irregularidades que pueden convertirse en una vulnerabilidad…
—Santa Clara, por ejemplo. Posee tres núcleos urbanos bien definidos. Primero, el centro, con una trama estructural compacta. Cualquier accidente repercute sobre las viviendas vecinas. Además las casas son muy antiguas. Se construyeron con materiales fuertes, pero igual son un riesgo.
«Segundo, los repartos de edificios que rodean al centro, construidos por la Revolución. Muchos no reciben mantenimiento profundo desde hace unos 20 o 25 años. Y en la periferia se encuentran las viviendas unifamiliares. A veces resultan las primeras en caer».
Ante la amenaza de un ciclón, el país moviliza todas las fuerzas disponibles en aras de perder la menor cantidad vidas humanas y de recursos económicos. Según indica la terminología científica se trabaja para un riesgo 0 de mortalidad. No obstante:
«Al evacuar a tanta gente, el país hace un gasto que no puede permitirse. Mantener medio millón, un millón de personas durante una semana o más, cuesta una fortuna. Es hora de que nuestros ciudadanos aprendan la manera de asegurar sus viviendas.»
— ¿Cómo pueden hacerlo?
—Dos factores inciden en la posibilidad de disminuir el riesgo de daños al fondo habitacional. En primer lugar las autoridades, como vigilantes, y en segundo, los propios habitantes del inmueble.
«Si ahora mismo caminamos por Santa Clara veremos un montón de escombros sobre las calles y en los techos. En tiempo de huracán los desechos se convierten en proyectiles. También sucede que las aceras son muy estrechas y los postes se encuentran a 40 centímetros de las casas. Cualquier afectación al tendido tendrá repercusiones sobre los edificios».
«Hay otras vulnerabilidades. Por ejemplo, los caballos depositan sus excrementos en la calle. Esos desechos se pulverizan. Al mezclarse con el polvo de la calle taponan los agujeros del servicio de alcantarillado. Son insolubles en agua. Una cosa sencilla se transformó en un problema».

Llenar los tanques y fijar las tapas. Amarrar las antenas por el medio del asta y fijarlas a varios pesos.

Fijar con cables el alero y el caballete de los techos de fibrocén, tejas, cartones embreados, acero galvanizado. Estas cubiertas tienen su punto más vulnerable en el atornillamiento, debe asegurarse con alambres cercanos al borde y al caballete que son los centros más importantes del techo. Colocar sacos de arena encima de la vivienda es una buena idea. Pero se deben retirar enseguida que pase el huracán porque pueden deteriorar el techo. Reforzar con tablas y tornillos las ventanas de madera y los cristales, o utilizar cinta adhesiva o papel en el caso del cristal para que en caso de rotura los pedazos no se dispersen.

Fijar con cables el alero y el caballete de los techos de fibrocén, tejas, cartones embreados, acero galvanizado. Estas cubiertas tienen su punto más vulnerable en el atornillamiento, debe asegurarse con alambres cercanos al borde y al caballete que son los centros más importantes del techo. Colocar sacos de arena encima de la vivienda es una buena idea. Pero se deben retirar enseguida que pase el huracán porque pueden deteriorar el techo. Reforzar con tablas y tornillos las ventanas de madera y los cristales, o utilizar cinta adhesiva o papel en el caso del cristal para que en caso de rotura los pedazos no se dispersen.